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miércoles, 7 de diciembre de 2016

El poder de las redes sociales para sacudir al mundo

Google como Facebook alteraron sus políticas de publicidad para prohibir explícitamente que los sitios de noticias falsas generen dinero a partir de mentiras. 
Mientras la industria de la tecnología se enfrentaba a la realidad de una elección presidencial que no salió como lo esperaba, muchos en Silicon Valley dieron con la idea de que la información falsa que se transmite en línea fue un factor significativo en el resultado de la contienda.
Rápidamente, tanto Google como Facebook alteraron sus políticas de publicidad para prohibir explícitamente que los sitios de noticias falsas generen dinero a partir de mentiras.
Es muy probable que se trate de una solución importante, aunque haya llegado demasiado tarde.
El internet ha reducido nuestro entendimiento colectivo de la verdad, y las iniciativas para combatir esa tendencia desalentadora obviamente valen la pena.
Sin embargo, sería un error que el único hallazgo de esa investigación sean las noticias falsas. De hecho, los peligros que presentan las noticias falsas solo son un síntoma de una verdad más profunda que ahora se ha hecho obvia en todo el mundo: con miles de millones de personas pegadas a Facebook, WhatsApp,
WeChat, Instagram, Twitter, Weibo y otros servicios populares, las redes sociales se han convertido en una fuerza política y cultural cada vez más poderosa, a tal punto que sus efectos ahora están comenzando a alterar el desarrollo de los sucesos mundiales.
La elección de Donald Trump quizá sea la ilustración más contundente hasta ahora de que, en todo el planeta, las redes sociales están ayudando a reconfigurar de manera fundamental a la sociedad humana.
Han subsumido y abatido a los medios tradicionales. Han deshecho las ventajas políticas tradicionales como la recolección de fondos y el acceso a la publicidad.
Están desestabilizando y remplazando instituciones de la vieja escuela, así como formas establecidas de hacer las cosas, incluyendo a los partidos políticos, las organizaciones transnacionales y las prohibiciones sociales implícitas contra las expresiones flagrantes de racismo y xenofobia.
Y, lo más importante, debido a que estos servicios permiten que la gente se comunique entre sí con más libertad, están ayudando a crear organizaciones sociales sorprendentemente influyentes entre los grupos que alguna vez estuvieron marginados.
Estos movimientos sociales ad hoc varían ampliamente en forma, desde los supremacistas blancos de derecha en Estados Unidos hasta los simpatizantes del brexit en el Reino Unido.
Pero cada uno, a su propia manera, ahora está ejerciendo un poder que antes se creía impensable, lo cual resulta en espasmos geopolíticos impredecibles y a veces desestabilizadores.
“Ahora hay miles de millones de personas en internet, y la mayor parte de ellas no están felices con el orden establecido”, dijo Ian Bremmer, el presidente del Grupo Eurasia, una firma de investigación que predice riesgos mundiales. “Creen que su gobierno local es autoritario. Creen que están en el lado incorrecto del sistema. Están agraviados por las políticas de identidad y una clase media vacía”.
Muchos factores explicaron la victoria de Trump: la ansiedad de la economía de la clase media en las zonas industriales de Estados Unidos; un deseo de algún tipo de cambio en la dirección del país y una mezcla de racismo, xenofobia y sexismo latentes en todo el electorado. No obstante, como incluso lo reconoció Trump en una entrevista en 60 Minutes después de su victoria, las redes sociales desempeñaron un papel determinante en la contienda.


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