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jueves, 21 de agosto de 2014

Brasil otorga más derechos a empleadas domésticas

Nivea dos Santos consiguió su primer trabajo como empleada doméstica interna a los 12 años. 
Laboraba removiendo el polvo, pasando la aspiradora, planchando y puliendo la vajilla de plata de una acaudalada familia de Río de Janeiro desde que amanecía hasta que oscurecía. 
Terminaba agotada y caía como una piedra en la cama.
Dos décadas después de vivir en esas condiciones laborales, Brasil aprobó una ley que busca detener abusos como el tener que trabajar largas jornadas de trabajo por muy poco o, en algunos casos, sin recibir compensación alguna.
La ley, un hito para los trabajadores domésticos, primero fue aprobada como una reforma constitucional en 2013 y fue reglamentada este año, tiene como propósito cobijar a unos seis millones de empleados domésticos, jardineros, niñeras, cuidadoras de ancianos o trabajadores de hogares geriátricos privados con las generosas garantías laborales de las que gozan los brasileros.

Para algunos, la ley ha sido una bendición. 
Eliane Soares Leme, que trabaja como niñera interna en una casa, habría dejado de trabajar en oficios domésticos si no fuera por la legislación. 
A sus 34 años y después de décadas de trabajar informalmente, fue registrada por primera vez en el sistema de seguridad social. 
Eso significa que ahora goza de beneficios como un subsidio que paga su transporte para ir y volver del trabajo, vacaciones pagas y un salario adicional al año; garantías intocables de las que durante años han gozado la mayoría de los trabajadores brasileños.

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